Colaboración
LAS MARIPOSAS MONARCA
Juanita tenía cinco años cuando se fue de excursión con sus papás y sus hermanos a conocer a las mariposas Monarca que llegan cada año al estado de Michoacán, cerca del Estado de México, porque allí les gusta llegar cada año. Eran muchísimas. Anaranjadas con rayas negras, parecían como vitralitos que volaban y se paraban en todas partes, sobre todo en las flores.
Estuvo muy feliz en el paseo y de regreso se quedó profundamente dormida, soñó que salía a un jardín y había muchas mariposas Monarca, además de gusanos que caminaban lentamente por las ramas de los árboles. A Juanita le gustaban mucho las mariposas, pero los gusanitos no le gustaban tanto.
— Hola —le dijo Juanita a una mariposa—. ¿Por qué vinieron hasta aquí?
— Es que a nosotras las Monarca nos gusta mucho viajar.
Cuando somos orugas nos arrastramos por las ramas de los árboles y cuando ya somos mariposas nos gusta mucho volar.
— ¿Qué son las orugas?
— Son nuestros hijitos
— ¿Y tus hijitos orugas son como monarquitas chiquitas?
— No —le contestó la mariposa Monarca—, son esos animalitos que van por las ramas.
Juanita no lo podía creer. Se quedó mirando a las orugas que caminaban lentamente por las ramas.
— ¿De veras tú eras así cuando eras bebé?
—Yo nunca fui bebé como tú, yo salí de un huevito redondo y muy chiquito y cuando salí de él era una oruga. Mi mamá
Monarca puso ese huevito en una planta, pues sabía que nos gusta mucho comerla cuando somos orugas.
Juanita observó que las orugas comían muchas hojas de los árboles donde caminaban.
—Pero ustedes las mariposas Monarca no comen como las orugas, ¿verdad? — preguntó Juanita—.
—No, nosotras las mariposas ya no somos como las orugas, comemos, o mejor dicho bebemos lo dulcecito de las flores, así como las abejas, pero traemos enrollada una trompita, como un popote que desenrollamos sólo para tomar el néctar de las flores.
— ¿Y entonces ustedes le roban el dulce a las flores? — Preguntó Juanita—.
— No, nosotras cooperamos con las flores y a las flores les gusta esa cooperación, porque con nuestro trabajo ellas pueden convertirse en frutos. Tenemos una muy buena amistad, ellas son muy amables con las mariposas y las mariposas también son muy amables con las flores. Colaboramos con honestidad para que la vida sea muy bonita y nos respetamos mucho. Nos tenemos mucha confianza y nunca nos enojamos ni nos peleamos con las flores.
— Deberían darles un premio a las flores y a ustedes porque se portan muy bien — le dijo Juanita—.
— No necesitamos premios para vivir. Nos gusta mucho hacer lo que hacemos. La vida misma es nuestro premio.
— ¿Nadie las obliga a ser así? — preguntó Juanita—.
— Así es nuestra naturaleza, tenemos libertad de escoger a las flores que son mejores para nosotras y nunca tenemos malas intenciones. Las flores también colaboran con las abejas, los colibríes y otros animales para hacer al mundo bello.
— ¿Y no les gusta mucho cuando las personas llegan a verlas y dicen "¡Qué bonitas son las Monarca!"?
— No, ni siquiera escuchamos cuando dicen eso —le respondió la mariposa Monarca.
Juanita se fijó en las orugas, unas habían dejado su piel allá y ya tenían una piel nueva.
— ¿Por qué dejan eso? —preguntó Juanita señalando con su dedo a la piel que se quitó una oruga.
— Es su piel, es como si fuera su ropa, ya le queda chica y les sale otra, entonces dejan su piel vieja. Es como tú cuando dejas los vestidos que ya te quedan chiquitos.
— ¿Y cuándo te volviste mariposa? —le preguntó Juanita.
— Cuando crecemos y ya nos vamos a convertir en mariposas
— Le dijo la Monarca—, hacemos que nuestra piel se convierta en una como casita que se llama capullo y allí adentro nos hacemos mariposas con alas y todo. Cuando abrimos el capullo ya tenemos alas. Están todavía un poco arrugadas, pero nos asoleamos, las estiramos y volamos. Así somos las mariposas. Nosotras, las mariposas Monarca, volamos muy lejos.
— ¿Y todas las mariposas viajan muy lejos? — preguntó Juanita.
— Hay mariposas que se quedan por allí donde nacieron — le respondió la Monarca —, pero nosotras las Monarca volamos en grupos grandes y nos gusta mucho viajar y viajar muy lejos. Ahora venimos desde una tierra muy lejana que los humanos le llaman
Canadá. Ellos no saben cómo hacemos eso, porque si ellos se fueran caminando tardarían como seis meses en llegar desde aquí hasta donde nosotras nacimos.
— ¿Y les gusta que venga la gente y vean todo lo que hacen? —preguntó Juanita.
—Nosotras no tenemos nada que ocultar, somos como somos, si nos quieren venir a ver, está bien, si no nos vienen a ver también está bien —respondió la Monarca.
Juanita despertó y fue a contar a sus papás todo lo que platicó en sus sueños con su amiga la mariposa Monarca. Sus papás la escucharon con mucha atención. Ella les dijo:
—Todo eso que soñé es como un cuento de los sueños, ¿verdad?
Sus papás le dijeron que no, que no es un cuento de los sueños, aunque parece que fuera un sueño. Le enseñaron unos libros en donde se cuenta cómo son las mariposas y en especial las mariposas Monarca. A Juanita le parecía que no había dejado de soñar.
Cuando creció y fue grande, se metió a estudiar Biología en la universidad para conocer mejor la vida de las mariposas y de las orugas que se convierten en mariposas. Y un día cuando estudiaba en la biblioteca, de pronto pensó que estaba soñando, pero estaba despierta y lo que estudiaba era verdad.
FIN